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Espejos

El espejo: parte de nuestra vida cotidiana

Desde su invención, hace más de 8000 años, el espejo ha conocido una evolución constante conforme se han ido perfeccionando las técnicas de fabricación. Hoy en día, no se concibe ningún interior doméstico sin la presencia de al menos un espejo, el que suele encontrarse arriba del lavabo en el cuarto de baño -y algunos dirían que esto es lo mínimo: son pocas las casas en las que no haya al menos otro espejo, sea uno de pie, colgado en la pared o parte de la puerta del armario (del famoso armario de luna), o sea uno más pequeño, en el dormitorio, en el pasillo o en el salón encima de la chimenea. Pero ¿alguna vez te has fijado en el hecho de que durante siglos, por no decir milenios, el espejo era un artículo de sumo lujo, accesible a una ínfima minoría de gente? Y durante algunos milenios después de la invención del espejo nadie podía ver su imagen completa, de piez a cabeza, porque el espejo no era más que un disco de metal pulido, de tamaño apenas mayor al de nuestros espejos de bolsillo. No fue sino hasta el Renacimiento que se perfeccionó la técnica de fabricación de espejos de cristal, lo cual permitió producir espejos de dimensiones más amplias. Sin embargo, grande o pequeño, el espejo no estaba al alcance de todos; habrá que esperar el siglo XIX y la invención de un proceso químico barato: de ahí, la producción empezó a industrializarse y los espejos se convirtieron poco a poco en lo que son para nosotros hoy en día: un elemento de nuestra vida cotidiana, presente en cualquier hogar, lujosos y modestos por igual.

Espejo en la sala de estar

Un poco de historia

Al igual que el Narciso de la leyenda, en la antigüedad el ser humano sólo podía conocer su propia imagen inclinándose arriba de una superficie de agua inmóvil. Es probable que baldes y platos de agua fungiendo como reflectores sean los primeros ancestros de nuestros espejos. Luego, desde la antigüedad hasta la Edad Media, los espejos consistían en discos de metal pulido con una forma ligeramente convexa. En la antigua Grecia, el espejo era un accesorio esencialmente femenino, tanto más cuanto que la belleza femenina era esencialmente una cuestión de rostro y cabello. Los espejos que hubieran podido reflejar la belleza masculina -la del cuerpo- no aparecieron sino ¡un milenio y medio después! Cuando en el siglo XVI Rabelais imaginó la Abadía de Thelema -famosa por ser la primera utopía de la literatura francesa- el narrador nos cuenta que cada una de las 9332 habitaciones estaba decorada con tapices y un espejo de cristal de tales dimensiones que podría mostrar a toda la persona. Para nosotros, hoy en día, es difícil concebir hasta qué punto esta descripción pudo haber parecido fantástica a los lectores coetáneos de Rabelais: habrían que pasar una cuantas décadas antes de que esta ficción se convirtiera en realidad. Y por mucho que hace apenas un siglo y pico estos espejos grandes ya tenía historia, aún no tenían existencia fuera de los hogares acomodados. Henry James nos lo recuerda en su novela "La vuelta de tuerca" (1895), donde la nueva institutriz, al llegar a la mansión inglesa donde va a ser contratada, se encuentra frente a un gran espejo en el que, por primera vez en su vida, puede verse de pies a cabeza.

Así pues, fue en el Renacimiento cuando el metal pulido fue sustituido por el vidrio como material para fabricar espejos: para hacerlo reflectante, se le aplicaba una capa de una aleación hecha de mercurio y estaño. Esta técnica, denominada estañado, se desarrolló en Venecia. Las etapas para obtener el resultado deseado eran numerosas y la manipulación del mercurio no estaba exenta de riesgos para la salud de los artesanos: la esperanza de vida de un fabricante de espejos apenas alcanzaba los 30 años. Además, los fabricantes de espejos venecianos, organizados en gremios, tuvieron durante mucho tiempo el monopolio de su producción y comercio. Bajo el reinado de Luis XIV, la importación de espejos venecianos en Francia era tal que el ministro de Hacienda, Colbert, que aspiraba a una mayor autonomía de Francia en materia de artes y oficios, habría enviado agentes secretos a las cristalerías venecianas que debían organizar la huida de los artesanos a Francia, ofreciéndoles todo tipo de ventajas para motivarles a abandonar el país. Así se fundó en 1665 la manufactura real de espejos, que se convirtió en Saint Gobain, y el Salón de los Espejos de Versalles es sin duda la más famosa de sus realizaciones – ésta fue de hecho toda una hazaña teniendo en cuenta las posibilidades técnicas de la época, ya que aún no existía el vidrio laminado. Éste, que permitiera fabricar espejos muy grandes, se inventó unos años más tarde, a finales del Grand Siècle.

En el siglo XIX se inventó la técnica de fabricación de espejos que conocemos hoy, que consiste en aplicar una capa de metal plateado (ahora aluminio) al vidrio).

Lo útil y lo valioso

Así pues, el Renacimiento italiano es un periodo fundamental en la historia de la fabricación de espejos; esta evolución corre casi paralela a la de la enmarcación, lo que probablemente explica que una no vaya sin la otra: de hecho, los espejos de aquella época se enmarcaban a menudo con la misma opulencia que los cuadros para los que se diseñaban originalmente los marcos. El rico potencial decorativo de los espejos no escapó a la atención de los primeros fabricantes y compradores de este objeto: si un espejo podía ser útil a la hora de vestirse, peinarse, maquillarse, o simplemente observarse, tenía su encanto como adorno, como elemento que podía incrementar la luminosidad de un cuarto, abrir perspectivas, servir de pretexto para exponer un marco, obra de arte en sí misma...

Espejo en el pasillo
Marcos antiguosMiroir sur un mur contemoporain

El espejo como elemento de decoración

La vocación decorativa del espejo tomó forma ya en el Renacimiento y se mantuvo a lo largo de los siglos en palacios, castillos y otras residencias suntuosas; en el siglo XIX, apareció en los interiores burgueses en forma de adorno sobre la chimenea, éste siendo un clásico de la arquitectura interior haussmaniana. Por otra parte, la llegada generalizada, en aquel entonces, de espejos en hogares más comunes de respondía a una necesidad práctica más que decorativa, relacionada con el aseo. Sin embargo, en el siglo veinte y más aún en las últimas décadas, los espejos como elemento de diseño interior han ido ganando en popularidad. Lejos de ser la característica exclusiva de los grandes salones burgueses, se ha convertido en el aliado de los pequeños espacios que ayuda a ampliar. Nos interesa su capacidad de reflejar la luz, lo que aumenta la luminosidad natural de casi cualquier habitación. Si no temes multiplicar los espejos en tus paredes, puedes crear interesantes juegos de perspectivas, optimizando así la luminosidad del cuarto. Si eres un entusiasta de la enmarcación pero te faltan obras para enmarcar y no te gusta la moda de los marcos vacíos, considera los espejos como una solución: puedes conseguir espejos a medida para los marcos que tienes arrumbados, conseguir marcos y espejos o, menos complicado todavía, espejos enmarcados o mejor dicho, marcos de tu elección entregados con todo y espejo. Una composición de pared puede ser una mezcla de cuadros enmarcados y espejos.

Para colgar un espejo enmarcado en la pared, las reglas que hay que observar son las mismas que para colgar un cuadro: si el espejo se cuelga encima de un mueble, es aconsejable dejar una distancia de 20 cm entre éste y la parte inferior del marco. Por lo demás, la altura dependerá de la función que le darás, práctica o exclusivamente decorativa.

El hombre mira el espejo. El espejo mira al hombre. Koan Zen

Elegir un espejo y su marco

El precio de un espejo varía en función de su calidad: un espejo biselado requiere cierto trabajo, lo cual influye en el costo del producto final; lo mismo ocurre con un espejo hecho a medida en comparación con un espejo de dimensiones estándar.

A veces es difícil determinar qué marco conviene a qué cuadro. Buena noticia: la pregunta se vuelve menos crítica cuando se trata de enmarcar un espejo. Todo depende del tipo de decoración interior, del tamaño de tu espejo y de las proporciones que tendrá el marco en relación con éste. Sin embargo, cabe preguntarse lo siguiente: ¿el espejo será funcional o sólo un pretexto para exhibir el marco? ¿El espejo enmarcado se integrará en una decoración más bien homogénea o se trata de conseguir cierto eclectismo, contrastes llamativos? ¿El espejo enmarcado será la pieza central, incluso única, de la decoración de su pared o compartirá esta pared con otros espejos y con cuadros? Para encontrar respuestas o simplemente para dejarte inspirar, échale un ojo a la sección de nuestra tienda dedicada a los marcos para espejo y espejos enmarcados.

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